¿Hay alguna diferencia entre uso, explotación y maltrato de animales?

En esta nota pretendo explicar por qué los términos «uso» y «explotación» son sinónimos cuando se refieren a los animales no humanos y por qué el concepto de «maltrato animal» no refleja correctamente el problema moral en nuestra relación con los otros animales.

Explotación significa utilizar a un ser — ya fuera mineral, vegetal o animal — como un simple medio para conseguir nuestros fines. Por eso se habla de explotación minera o de explotación agrícola. La explotación es utilizar a un ser como un mero recurso para nuestro beneficio.

La explotación es por tanto un tipo de uso. Pero no todo uso implica necesariamente explotación.

Utilizar a otros humanos con su consentimiento, y respetando sus derechos, es un uso moralmente legítimo. En este tipo de uso se basa la economía y las relaciones sociales en gran medida. Sólo este tipo de uso consentido es moralmente aceptable. Cualquier tipo de utilización que no se ajuste al respeto de la voluntad y la dignidad del individuo es injusta. El uso de un individuo sin tener cuenta su voluntad, sus intereses y su autonomía se convierte en explotación, es decir, en tratar a alguien como un simple medio para lograr una finalidad y no como un fin en sí mismo, de acuerdo a la conocida formulación del imperativo categórico del filósofo Immanuel Kant.

Todos los seres dotados de sensación poseen un valor inherente, esto es, valoran su propia supervivencia, bienestar y autonomía. Son seres con voluntad e intereses propios. Ellos desean evitar la muerte, el daño y el sometimiento. Cuando los consideramos como simples medios para conseguir nuestros fines entonces actuamos como ellos si sólo tuvieran un valor instrumental y estaríamos violando su valor inherente; estaríamos cosificando a un sujeto como si fuera un objeto.

Dentro de este parámetro podemos deducir que cualquier uso que hagamos de otros animales es inmoral, porque ese uso se realiza [1] sin su consentimiento, [2] contra su voluntad, [3] vulnerando sus intereses propios. Los animales no pueden consentir que los utilicemos y al utilizarlos atentamos contra su salud, su integridad física o su vida. Ya se trate de utilizarlos para comida, vestimenta, entretenimiento, transporte, experimentación o cualquier otra finalidad. Los animales no pueden realizar tratos con los humanos, ni tienen interés en servirnos de recursos, así que todo uso de animales se basa en la coacción, sometimiento y agresión sobre ellos por parte de los humanos. Por esto, todo uso de individuos no humanos es explotación.

Así pues, si denunciamos la explotación que ejercemos sobre los demás animales calificándola de maltrato, sin explicar que el problema moral es el hecho mismo de utilizarlos, estaríamos dando a entender que el problema es el el trato que les damos al utilizarlos y no el uso. En ese caso estaríamos señalando que el problema está sólo en una determinada forma de utilizar a los animales, pero que el hecho mismo de utilizarlos no es un problema moral en sí mismo. La noción de «maltrato animal» implica que los animales no humanos pueden ser utilizados en determinadas formas y para determinados propósitos en beneficio de los humanos siempre que sean «bien tratados».

En el siglo XIX había gente que estaba en contra del maltrato a los esclavos humanos, pero no cuestionaba su esclavitud. Si los abolicionistas hubiera aceptado esa idea probablemente la esclavitud humana seguiría siendo legal hoy en día. Mientras no cuestionemos la moralidad del uso de animales, la esclavitud animal seguirá siendo socialmente vista como legítima.

Referencias:

Immanuel Kant; Fundamentación de la metafísica de las costumbres [1785]

Lewis Gompertz; Inquisiciones morales en torno a la situación de los hombres y los brutos [1824]

Tom Regan; En defensa de los Derechos Animales [1983]

Priscilla Cohn; Una concepción inherentista de los animales [1999]

Gary Francione; Introducción a los Derechos Animales [2000]

Christine Korsgaard; Un argumento kantiano a favor de los Derechos Animales [2012]